Hoy les queremos compartir una reflexión que ha nacido a partir de este gran movimiento que iniciamos con Pacha... el cambiar de paisajes, nos ha traido a la experiencia que (suponemos) vive la Tierra cuando la remueven y la fertilizan con nuevas semillas...
en nuestra tierra interior, están asomando brotes de árboles desconocidos aún para nosotras, y la curiosidad, el asombro y la expectativa hacen que el corazón palpite fuerte...
Desde que posamos nuestros pasos en esta Tierra Colorada, semillas ancestrales revolotearon sobre nuestra mollera, susurrando interrogantes, derramando polvo de estrellas que invitan a volar más alto y ampliar el horizonte desde donde nutrir nuestros mensajes...
Así, comenzó a gestarse la necesidad de pensar en la Palabra como semilla sagrada que manifiesta el mundo que vivimos...
y como ocurre a menudo, pensar nos lleva de una estación a otra, de una orilla a la otra, de un monte a la cima de la montaña... y de vuelta...
así, cuando llegamos a pensar en la Palabra de cada pueblo, porque pensábamos en la Palabra del Pueblo Mbya, una "idea ensayada" hizo nido en el corazón, y busca ser compartida:
...
Lo importante no es analizar, conocer ó comprender códigos culturales de otros grupos. Lo importante es reconocer la precariedad comunicacional en la que vivimos como cultura y asumir el compromiso de reconstruirla.
Y para eso la globalización es una muy magra opción.
La pérdida de las particularidades regionales desarticuló los códigos comunicacionales profundos, cohesionantes y significantes.
En aras de una "universalidad" se empobreció alarmante y críticamente el horizonte simbólico sobre el que se fortalece la capacidad de ser en verdad universal, por comprender viceralmente mi particularidad, inscripta en acervo ancestral que da sustento y alas a la Palabra con que mi humanidad codifica simbólicamente la literalidad con que mis sentidos describen el mundo concreto en que estoy inserta."
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