domingo, 3 de noviembre de 2019

Presentando mi biografía desde el corazón



Pacha es una amiga que llegó en un punto del camino recorrido en busca de respuestas que solo se encuentran en lo profundo y despejado del corazón.
Nací un miércoles, 20 de Marzo de 1974, en Puerto Rico, Misiones, porque allí estaba la clínica que mis padres consideraron más apropiada para ese momento del "parto". Pero me gesté en la Provincia de Neuquén; en un pequeño lugar llamado Rincón de los Sauces, en medio de las montañas; hasta que mi mamá viajó a su provincia natal para esperar mi llegada, porque mi papá (quien llegó unos meses más tarde, al término de su trabajo) quería que sus hij@s fueran misioneros, como nuestra mamá. Él era bonaerense. Nuestras casas estuvieron siempre en lugares poco urbanizados, donde lo que prevalecía era el monte y sus misterios.
Mi infancia estuvo rodeada de monte, plantaciones de yerba y libros.
Mi adolescencia es un paréntesis donde el universo interior tenía mayor preponderancia que la "realidad exterior".
La facultad fue la oportunidad de orientar mis pasos más cerca de la geografía que anhelaba mi alma: las montañas. Por eso fuimos a Córdoba. Allí, caminando las sierras que mi ser amaba, los interrogantes por nuestro sentido de pertenencia a la tierra que nos acuna y cobija crecieron hasta hacerse urgentes. Así llegó el tiempo de presentar "HUELLAS", el Trabajo Final de la Licenciatura en Pintura, donde escarbaba en la cosmovisión ancestral de los Mbya Guaraní, radicada ya como habitante de la provincia de Córdoba. Este Pueblo Ancestral de mi tierra natal, que ignoré y desconocí mientras viví tan cerca de ellos, se me brindó en toda su expresión, y lo conocí y amé hasta la médula habitando tierras lejanas.
Eso fue posible cuando llegué a Takuapí, (comunidad Mbyá Guaraní de Ruiz de Montoya) y durante siete años pude acercarme a la riqueza espiritual e intelectual que los constituye como Pueblo, como Human@s conscientes de su realidad aquí y ahora.
Sin embargo, mi realidad aquí y ahora, hizo que los viajes de Córdoba a Misiones se terminaran.
Entonces se abrió ante mis pasos el camino de los Comechingones. La Herencia Cultural Ancestral de la Provincia de Córdoba se presentó primero como trabajo de investigación y rescate de la obra de Aníbal Montes. Trabajo intelectual, académico. Material primario para ayudar a los docentes en su tarea de regionalizar el currículum.
Entonces llegaron algunos cursos de capacitación docente. Pero, en el camino se gestaba un sentimiento profundo, una pregunta vital, que me llevó a ofrecerme a la Pachamama como instrumento para aquello que ella quisiera hacer.
Entonces nació Pacha.
Un día se presentó ante mi corazón y comenzó a susurrar historias que me conmovían, haciendo que mis ojos se llenen de lágrimas. Y fue necesario compartir esas historias. Sembrar en el corazón de quienes deseen escuchar, esas historias que Pacha trae como semillas de memoria que permiten que florezcan en cada ser el amor por su lugar, por la historia que l@ precede y dibuja el horizonte sobre el que se recorta su propio camino.
Así anduvimos con Pacha durante siete años. Desplegando sobre gran parte de la Provincia de Córdoba, la magia que Pacha trae en su corazón.
Hasta que en 2016 una ráfaga veloz nos remontó vuelo para aterrizarnos en la Tierra Colorada, luego de más de veinte años de ausencia.
Y a esta altura voy comprendiendo que ese cambio tan abrupto y radical, tenía como raíz más profunda, el deseo del Tiempo de construir un puente. De permitir el fortalecimiento de la experiencia de la inclusión. Reflexionar sobre la necesidad de desdibujar los límites de las ideas que nos separan, para construir contornos de verdades que nos unen.
Al día de hoy, ya son catorce cuentos que Pacha me ha susurrado al corazón.  Y muestran un camino que señala la vocación de universalidad del pensamiento arcaico.  Partiendo de la cotidianeidad de lo que fue y es la vida de las personas ligadas al trabajo de la tierra, el corazón humano encuentra el sentido trascendente de la Vida en la danza entre lo visible y lo invisible, entre la voluntad y la entrega.
Desde aquí, agradezco a cada almita amiga el cariño, respeto y entusiasmo con que se acercan a Pacha y a mi, valorando y multiplicando el sentido de pertenencia a un legado que nos constituye como herederas y herederos dignos de esta sabiduría de ser y estar en la Tierra, honrando la Vida en cada acto de nuestro día cotidiano.
Un abrazo profundo de hermandad y amistad.

Qhapaq Inti Raymi - Solsticio de Verano

La herencia cultural ancestral es un legado profundo que permite, a quienes buscan, encontrar el camino de regreso a la conexión sagrada que...