jueves, 25 de julio de 2019

Celebrar la Ciclicidad de los Tiempos

Dentro de la cosmovisión andina, en América, el pulso de la Vida se mide según la danza redonda que bailan el Sol y la Tierra.

Los cambios de estaciones, los solsticios y equinoccios, marcan el tiempo de apertura y cierre de cada ciclo, pulsando alternativamente la energía masculina y femenina.

Así, el Solsticio de Invierno, celebrado con el Inti Raymi, es un tiempo de reinicio del tiempo porque marca el punto en que el Sol detiene su camino de distanciamiento con la Tierra para iniciar el retorno.  Los pueblos andinos han reconocido a este tiempo su preeminencia masculina, por ser el Sol el protagonista, ya que su cambio de dirección hacia la Tierra, trae de vuelta el tiempo de Luz y Calor que ella necesita para desperezarse de su descanso invernal a fin de florecer y fructificar en los períodos venideros.

Por ello, en Agosto las culturas andinas celebran a la Pachamama (que no es simplemente la Tierra, sino un concepto total y complejo del tiempo-espacio que nos sostiene y contiene aquí y ahora) con ceremonias que marcan una clara energía femenina de nutrición.  Toda la comunidad en general, pero guiadas por las Mujeres, ofrendan a la Tierra su Gratitud, en forma de alimentos que la misma Tierra nos brinda, a fin de fortalecer el vínculo con la Madre que nos Nutre y nos Sostiene, y brindarnos en completa entrega y armonía a su cuidado para que la relación entre la Madre-Tierra y sus hijas e hijos crezca y se fortalezca.

He aquí la sabiduría ancestral que nos heredan en amoroso silencio nuestros pueblos originarios, a fin de que aprendamos a danzar con armonía, gratitud y compromiso nuestro tiempo de Vida en esta Tierra que nos sostiene.



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