miércoles, 11 de abril de 2012

¿Para qué nos “sirve” una Semana de los Pueblos Originarios?

El "triunfo" del pensamiento moderno radica en divulgar, con aires de ciencia infalible, razonamientos como: “Antes se creía que el sol era de naturaleza divina; ahora se sabe que es una bola de gas incandescente”.
Lo que enseña la Ciencia del pensamiento moderno sería algo así como las medidas externas de un libro gigantesco que ella “mide” con la más escrupulosa exactitud.  Pero ¿te satisface esta ciencia? ¿Jamás sentiste la necesidad de buscar, más allá de todas estas medidas y números, el sentido de aquellos signos?
Pero, para develar este sentido hemos de tener el valor de aprender a usar la clave cifrada, oculta, que nos permita leer ese LIBRO GIGANTESCO que llevamos imperdiblemente dentro de nosotros.

Todos los seres humanos que habitamos este planeta tenemos la misma naturaleza, repartida entre materia y espíritu, intuición y razón, luz y sombra.  Lo que nos divide son los anteojos que generan las culturas, que ponen ante la mirada humana distintos colores y texturas de todo lo que nos rodea, dándole con ello el “sentido” a cada cosa.

Será, entonces, que los anteojos modernos, son los más pobres.  Porque nos han quitado la posibilidad de “ver” el mundo con infinitos matices y colores, poniendo ante nuestra mirada un mundo homogéneo, desacralizado y rutinario; sin misterio y sin sorpresa.

Será por eso que nos cuesta tanto aceptar otras miradas; aunque en verdad, pobres de nosotros, lo que nos pasa es que nos asusta bastante, porque no podemos comprender cómo puede ser que hayan colores, misterios y sorpresas que escapen a la explicación científica moderna con medidas de “escrupulosa exactitud”.

¿A dónde quedan estos siglos de esfuerzo para justificar nuestra existencia concentrándonos en analizar las medidas, dimensiones, y componentes químicos de todo, para crear tablas estadísticas, cuadros comparativos, curvas de proyección, mapas de muestreo, esquemas de estructuras, y demás estudios “científicos” de la cáscara del mundo?  ¿Cómo logramos mirar al SOL sin nuestros anteojos culturales y no desfallecer al descubrir que es DIVINO?

¿Dónde se encuentra el camino de retorno?

Para eso necesitamos la Semana de los Pueblos Originarios.  Un espacio-tiempo donde nos demos permiso para quitarnos tanto barniz cultural moderno, y ponernos esos cristales arcaicos mágicos, que son más livianos, menos gordos, más flexibles, y ver cómo calzan en nuestra mirada.

Sin embargo, para ello, es preciso dominar aunque sea un poquito nuestro temor.  Todo ese temor sembrado en nuestros corazones ante lo imprevisible, lo sorprendente, lo inesperado.

Tantos siglos de pre-ver, de calcular minuciosamente cada movimiento para que el resultado sea el esperado, al darnos una respuesta lógica ante el hecho en cuestión, nos ha atrofiado la flexibilidad y la capacidad de adaptación y aceptación sobre aquello que no pueden descifrar los sentidos físicos.

Ya es tiempo de que volvamos a confiar en el latido de nuestro corazón.  Quitar la dirección absoluta de nuestra vida a una lógica racional que perdió la sensibilidad del oído, la vista, el tacto, el olfato y el gusto; y retomar las riendas dobles que unen la mente al corazón, y visitar nuestro mundo para descubrir todo lo maravilloso que aún nos aguarda... 

Nuestros Pueblos Originarios son Baqueanos en estos temas, y es a ellos a quienes honramos y agradecemos su presencia y su guía para RETORNAR...

Es tiempo de mirar.  Es tiempo de sentir.  Es tiempo de oir.  Es tiempo de recordar.

Es el TIEMPO de TODAS y TODOS.

Y es ahora.

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